“…No te sientas abandonado. Yo siempre estoy contigo. Si tienes preguntas que hacerme, preguntas cotidianas -como sé que tienes ahora mismo-, y quieres continuar, ten en cuenta que puedes acudir a Mí para que te conteste. No es necesario que sea en forma de libro.
‘No es este el único modo en que Yo te hablo. Escúchame en la verdad de tu alma. Escúchame en los sentimientos de tu corazón. Escúchame en el silencio de tu mente.
Óyeme en todas partes. Cada vez que tengas una pregunta, simplemente debes saber que ya la he contestado. Luego abre los ojos a tu mundo. Mi respuesta puede hallarse en un artículo ya publicado, en el sermón ya escrito y a punto de ser pronunciado, en las película que se está rodando; en la canción que ayer se acabó de componer; en las palabras que está a punto de decir un ser querido; en el corazón de un nuevo amigo que estamos a punto de hacer.
Mi Verdad está en el susurro del viento, en el murmullo del arroyo, en el estampido del trueno, en el tamborileo de la lluvia.
Es el tacto de la tierra, la fragancia del lirio, el calor del sol, la atracción de la luna.
Mi Verdad -y tu más segura ayuda en los momentos de necesidad- es tan sobrecogedora como el cielo nocturno, y tan simple e incontrovertiblemente confiada como el balbuceo de un niño.
Es tan potente como el latido del corazón, y tan silenciosa como el aliento contenido en unión conmigo .
No te dejaré, no puedo dejarte, puesto que eres Mi creación y Mi producto, Mi hija, Mi hijo, Mi propósito y…
Yo mismo.
Acude a mí, pues, cada vez y en cualquier circunstancia en que te alejes de la paz que Yo soy.
Yo estaré ahí.
Con la Verdad.
Y la Luz.
Y el Amor.”
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